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La importancia de aprender a aprender para líderes y gestores de formación en la era digital

Actualizado: 28 may




En el contexto actual de transformación digital acelerada, los conocimientos

técnicos y las habilidades profesionales experimentan una obsolescencia a

un ritmo sin precedentes. Lo que anteriormente mantenía su vigencia

durante décadas, ahora puede quedar desactualizado en el transcurso de

pocos años. La OCDE ha documentado este fenómeno de manera

contundente: la vida útil de una cualificación técnica se ha reducido

drásticamente de 30 años en 1987 a únicamente 2 años en la actualidad. Por

su parte, Foro Económico Mundial en su publicación The Future of Jobs

proyecta que para 2030, la gran mayoría de los trabajadores deberá

actualizar sus competencias varias veces a lo largo de su vida laboral.



Este panorama impulsa a empresas y profesionales a adoptar el aprendizaje

continuo como una condición esencial para su supervivencia. En este

contexto, la metacompetencia de “aprender a aprender” se ha convertido

en un factor clave: es la habilidad que permite adquirir nuevas capacidades

de forma ágil y efectiva durante toda la vida laboral, facilitando la adaptación

constante a los cambios.



¿Qué significa “aprender a aprender”?

El concepto aprender a aprender es simple: saber gestionar tu propio

proceso de aprendizaje. No se trata tanto de qué aprender, sino de saber

cómo hacerlo de forma efectiva.


Las definiciones educativas oficiales lo describen como la habilidad de

"perseguir y persistir en el aprendizaje, organizando el propio aprendizaje

mediante una gestión eficaz del tiempo y la información, tanto de forma

individual como en grupo". Esto incluye ser consciente de tus necesidades

de aprendizaje y tener la capacidad de superar los obstáculos que

aparezcan en el proceso.


En definitiva, quien domina esta competencia logra un aprendizaje

profundo, duradero y transferible, desarrollando una mayor capacidad de

adaptación. No sólo adquiere conocimientos y destrezas, sino que sabe

transferir lo aprendido a diferentes contextos: el trabajo, la formación

continua o la vida personal.


La clave no está en memorizar datos aislados, sino en entender cómo

aprender de manera autónoma y estratégica. Así, el conocimiento se

mantiene en el tiempo y puede aplicarse a futuros desafíos, permitiendo

una adaptación constante a los cambios.


Para líderes organizacionales y gestores de Formación & Desarrollo

(L&D), aprender a aprender representa una metacompetencia esencial.

Funciona tanto a nivel individual como como herramienta para potenciar el

talento de sus equipos.


A continuación analizamos cuatro beneficios estratégicos que esta

competencia aporta a las organizaciones, junto con las cuatro habilidades

clave que líderes y responsables de formación deben desarrollar para

fomentarla efectivamente en sus empresas.



Beneficios estratégicos de fomentar aprender a aprender en la organización


1. Conciencia metacognitiva organizacional

Cuando una organización promueve el aprender a aprender entre sus

miembros, desarrolla lo que podríamos llamar una conciencia

metacognitiva organizacional. La empresa se vuelve más consciente de

cómo aprende, reflexiona sobre sus procesos de aprendizaje corporativo y

puede gestionarlos de forma proactiva.


Igual que un individuo metacognitivo sabe evaluar qué técnicas de estudio

le funcionan mejor, una organización con conciencia metacognitiva evalúa

qué estrategias de formación interna dan resultados y cuáles no.


Empresas que realizan "lecciones aprendidas" al cerrar proyectos o

implementan reuniones de retrospectiva tipo after-action review están

practicando esta metacognición a nivel institucional: reflexionan sobre éxitos

y errores para ajustar sus métodos de trabajo y capacitación.


Esta conciencia facilita la identificación temprana de brechas de

competencias y permite alinear de manera más efectiva los planes de

formación con los objetivos del negocio. Una organización que sabe cómo

aprende puede mejorar continuamente sus procesos de desarrollo del

talento, lo que la hace más ágil y eficaz ante el cambio.


El aprendizaje deja de ser una respuesta reactiva y se transforma en una

práctica intencionada y alineada con la estrategia del negocio.


2. Aprendizaje organizacional permanente

El segundo beneficio es la consolidación de un aprendizaje organizacional

permanente: una empresa que aprende de forma continua y nunca se

estanca. Fomentar la competencia de aprender a aprender ayuda a crear lo

que Peter Senge denominó "organizaciones que aprenden", capaces de

adaptarse rápidamente porque incorporan el aprendizaje a su cultura.


Esto se traduce en equipos que actualizan constantemente sus habilidades,

comparten conocimientos entre sí y se reinventan cuando las

circunstancias lo requieren. La ventaja es clara: la empresa se mantiene

competitiva e innovadora en entornos cambiantes.


Se suele decir que en un mundo donde todo cambia, "la única ventaja

competitiva sostenible es aprender más rápido que los demás". Una cultura

de aprendizaje continuo permite anticipar tendencias del mercado, adoptar

nuevas tecnologías con menor curva de adopción y no quedar rezagado

frente a competidores.


Las organizaciones que incentivan a sus empleados a seguir formándose

(mediante cursos, proyectos desafiantes o rotación de roles) desarrollan una

memoria corporativa más rica y versátil. En contraste, las compañías que

no lo hacen corren el riesgo de ver cómo sus métodos y conocimientos

quedan obsoletos.


En síntesis, aprender a aprender asegura que el aprendizaje sea un proceso

permanente y natural en la empresa, alimentando la mejora continua y la

evolución estratégica.


3. Preparación para la transformación

Otra ventaja clave es estar mejor preparados para la transformación. En la

era digital, las organizaciones enfrentan cambios significativos (desde la

automatización por IA hasta crisis inesperadas) que exigen adaptación

rápida. Desarrollar la capacidad de aprender constantemente prepara a la

empresa y su personal para gestionar estas transformaciones con resiliencia.


Los colaboradores con la habilidad de aprender a aprender muestran mayor

adaptabilidad: en lugar de resistirse al cambio, adoptan una actitud de

curiosidad y actualización continua. A nivel estratégico, esto significa que la

organización puede emprender proyectos de transformación (digitalización,

reestructuraciones, lanzamiento de nuevos productos) con empleados

dispuestos y capaces de adquirir las nuevas competencias requeridas.


Los estudios muestran que la falta de habilidades (skills gap) es a menudo

el mayor obstáculo para lograr objetivos de transformación digital. Si la

empresa ha promovido en su talento la agilidad de aprendizaje, ese skills

gap se reduce: los mismos trabajadores cierran sus brechas formándose

rápidamente en lo que sea necesario.


Un ejemplo ilustrativo ocurrió durante la Recesión de 2008, cuando muchos

fabricantes alemanes aprovecharon los parones de actividad para

recapacitar (reskilling) a sus empleados y reorganizarlos. Esta estrategia

ayudó a que la industria alemana se recuperara más rápido tras la crisis

financiera, mientras otros países quedaron atrás.


La lección es clara: una organización que aprende continuamente es más

resiliente y está mejor preparada para transformarse exitosamente cuando

las circunstancias lo demandan.


4. Cultura de aprendizaje positiva

El cuarto beneficio es la construcción de una cultura de aprendizaje

positiva dentro de la empresa. Cuando los líderes fomentan el aprender a

aprender, envían el mensaje de que el crecimiento de las personas es una

prioridad. Esto genera un entorno donde los empleados se sienten

motivados para desarrollarse, compartir conocimiento y asumir nuevos

desafíos sin miedo a equivocarse, ya que ven el error como oportunidad de

aprendizaje.


Los análisis han vinculado una cultura activa de capacitación con resultados

organizacionales sobresalientes. Datos de Deloitte muestran que las

empresas con una sólida cultura de aprendizaje aumentan sus ingresos en

166%, son 37% más productivas y 92% más propensas a innovar,

comparado con empresas que no invierten en formación.


Esto ocurre porque una cultura de aprendizaje potencia el talento: los

equipos adquieren destrezas con mayor rapidez, se adaptan mejor a nuevas

estrategias y proponen soluciones creativas a los problemas. Además, un

ambiente positivo de aprendizaje mejora la retención de empleados (la

gente tiende a quedarse donde siente que puede crecer profesionalmente)

y facilita atraer nuevo talento interesado en desarrollarse.


Cultivar el aprender a aprender contribuye a un clima organizacional de

mejora continua, alto compromiso y entusiasmo por innovar. La empresa

deja de ver la capacitación como un gasto y la vive como una inversión

estratégica que rinde frutos tangibles en desempeño y competitividad.



Competencias clave para líderes y gestores de formación (L&D)

Para cosechar estos beneficios, los líderes y gestores de Formación &

Desarrollo deben ser los primeros en dominar y modelar la competencia de

aprender a aprender. Su rol es doble: desarrollarse como líderes que

aprenden continuamente (el "primer aprendiz" de la organización) y crear

las condiciones para que sus equipos hagan lo mismo.


Se presentan cuatro competencias clave que estos profesionales deben

fomentar:


Fomentar la autonomía en el aprendizaje

1) Los líderes necesitan promover el aprendizaje autodirigido en sus

colaboradores. Esto implica dar a cada persona mayor control sobre qué,

cómo y cuándo aprende, según sus necesidades e intereses. Pasar de

formaciones obligatorias y rígidas a modelos más flexibles y personalizados.


2) El aprendizaje autodirigido permite que cada empleado adapte su

desarrollo a su ritmo, integrando la formación de manera natural en su flujo

de trabajo. Por ejemplo: ofrecer bibliotecas de cursos en línea con tiempo

asignado para aprendizaje individual, crear rutas personalizadas o proyectos

autodirigidos.


3) Los líderes deben empodera r a su gente para que identifique sus propias

brechas de habilidades y busque activamente cómo llenarlas, con

orientación pero sin microgestión. Al fomentar esta autonomía, no solo

aumenta la motivación intrínseca (el empleado aprende por interés propio),

sino que el conocimiento se vuelve más significativo y duradero.


Desarrollar la metacognición y el autoanálisis

1)Aprender a aprender conlleva enseñar a los colaboradores a pensar sobre su

propio aprendizaje. Los gestores de formación deben inculcar habilidades

metacognitivas: que las personas reflexionen qué han aprendido, cómo lo

han aprendido y cómo pueden mejorar sus estrategias futuras.


2)Entre las herramientas prácticas están los diarios de aprendizaje, la

autoevaluación al finalizar cursos o proyectos, y espacios de conversación

para reflexionar sobre lo aprendido. La metacognición es esencial para un

aprendizaje más efectivo y duradero: al identificar fortalezas y debilidades al

aprender, podemos ajustar métodos.


3)Los líderes pueden comenzar reuniones preguntando "¿Qué aprendimos

esta semana y cómo podemos aprender mejor la próxima vez?". Crear esta

conciencia reflexiva genera aprendices más autónomos y eficaces.


Implementar la gestión estratégica del conocimiento

1)Aprender a aprender también implica gestionar bien el conocimiento

colectivo de la organización. Los líderes deben dominar prácticas de Gestión

del Conocimiento de forma estratégica: crear sistemas para capturar,

compartir y aplicar el conocimiento interno.


2)Esto incluye bases de datos, comunidades de práctica, mentoring y

repositorios donde los empleados documentan soluciones y mejores

prácticas. Una gestión eficaz evita que la sabiduría adquirida se pierda y la

pone al servicio de todos.


3)Un buen líder L&D promueve una cultura donde compartir conocimiento es

la norma: sesiones regulares de intercambio, plataformas colaborativas y

oportunidades para aplicar lo aprendido en proyectos reales. Se trata de

gestionar el conocimiento como un activo estratégico.


Establecer mecanismos de evaluación y mejora continua

1)Los líderes deben implementar sistemas para evaluar el aprendizaje y

buscar la mejora continua de las iniciativas de formación. Es crucial medir

sistemáticamente el impacto: ¿están mejorando realmente las habilidades

críticas? ¿Se aplican en el puesto de trabajo?


2)Herramientas como el modelo de Kirkpatrick o análisis más ágiles

(encuestas post-entrenamiento, KPIs de desempeño) permiten recoger

datos y feedback para iterar y perfeccionar las estrategias de L&D.


3)Un líder orientado a aprender a aprender adoptará un enfoque de mejora

continua en la capacitación: planificar, ejecutar, verificar resultados y actuar

en consecuencia. Esto incluye pilotear nuevos métodos y establecer

indicadores clave alineados a objetivos de negocio.


4)Con mecanismos de evaluación rigurosos, los líderes mandan un mensaje

claro: el aprendizaje es un proceso serio, cuyos resultados importan y

pueden mejorarse.



Conclusión

En la era de la disrupción permanente, "aprender a aprender" ha dejado de

ser un eslogan educativo para convertirse en una estrategia de

supervivencia organizacional. Los líderes empresariales y gestores de

formación y desarrollo ocupan una posición privilegiada para encabezar esta

transformación.


Al cultivar en sí mismos y en sus equipos la metacompetencia de aprender a

aprender, siembran la semilla de una organización adaptable, innovadora y

resiliente. Esta habilidad transversal nutre una cultura donde el aprendizaje

es continuo, consciente y alineado con los objetivos estratégicos: las

organizaciones desarrollan metacognición colectiva, mantienen un

aprendizaje permanente, se preparan mejor para el cambio y disfrutan de

una cultura positiva que impulsa el desempeño.


Adoptar este enfoque requiere liderazgo y ejemplo: implica otorgar

autonomía a los colaboradores, fomentar la reflexión, gestionar el

conocimiento como un tesoro compartido y nunca dar por sentado que "ya

lo sabemos todo".


En última instancia, aprender a aprender significa aprender a crecer. Para

líderes y profesionales de L&D, esto se traduce en fomentar empresas vivas,

que evolucionan al ritmo de los tiempos porque han hecho del aprendizaje

su ventaja competitiva central.


Las organizaciones que abracen esta filosofía estarán mejor equipadas para

no solo enfrentarse a la próxima ola de cambios, sino para convertirla en

oportunidad. Invertir en el desarrollo de la capacidad de aprender

continuamente es invertir en el futuro mismo de la empresa: un futuro en el

que el cambio deja de ser una amenaza y pasa a ser simplemente una

invitación a seguir aprendiendo.


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Fuentes

ce=chatgpt.com


dizaje-continuo-aumenta-los-ingresos-del-negocio-20220413-0092.html

?utm_source=chatgpt.com


 
 
 

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