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Más allá de las etiquetas: Desmitificando estereotipos en la capacitación multigeneracional

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¿Baby Boomers, Gen X, Millennials o Gen Z? Actualmente, cuatro generaciones distintas conviven en nuestros espacios de trabajo. Pero, ¿realmente necesitamos diseñar capacitaciones diferentes para cada etiqueta generacional? La evidencia sugiere que no.


Los datos revelan que las "recetas generacionales" para capacitar equipos podrían estar desperdiciando nuestro tiempo y recursos. En este documento desmitificamos esos estereotipos tan comunes ("los mayores no entienden la tecnología", "los jóvenes necesitan feedback constante") para ofrecer estrategias que realmente funcionan porque responden a las necesidades concretas de las personas, no a suposiciones basadas simplemente en su año de nacimiento.


Si bien no podemos negar que las generaciones influyen en las creencias y comportamientos de los individuos, debemos rechazar la simplificación excesiva de los rasgos generacionales, pues esta categorización rígida limita el verdadero potencial de desarrollo de las personas.


El mito de las diferencias generacionales significativas

Durante años, hemos comprado la idea de que cada generación es un mundo aparte. Los libros de management, conferencias y consultoras nos venden fórmulas mágicas: "haz esto con los Baby Boomers y aquello con los Millennials". Esta visión ha modelado cómo muchas empresas diseñan sus programas de formación.


Sin embargo, la evidencia científica y empírica sugiere que las diferencias generacionales han sido en gran medida sobreestimadas. Diversos estudios muestran que, al analizar cómo aprenden y trabajan realmente las personas, su fecha de nacimiento tiene una influencia mucho menor de la que comúnmente se percibe.


¿Qué revelan algunos estudios sobre generaciones en el trabajo?

Diversas investigaciones han puesto en duda la creencia de que existen diferencias profundas entre generaciones en el ámbito laboral. Por ejemplo, el análisis de Costanza y Finkelstein (2015) revela que las diferencias atribuidas a la edad se explican mejor por factores como la etapa de carrera, el contexto organizacional y las características individuales. Según estos autores, más que generaciones, lo que realmente moldea el comportamiento en el trabajo son las experiencias y los momentos de vida que atraviesa cada persona.


En la misma línea, Rudolph y Zacher (2017) advierten que muchos estudios confunden tres conceptos que deben diferenciarse claramente: los efectos de edad (cambios normales del desarrollo humano), los efectos de período (impacto de eventos históricos que afectan a todas las edades) y los efectos de cohorte (vivencias compartidas por una generación). Desde esta perspectiva, lo importante no es tanto el grupo generacional, sino el momento de vida y el contexto social que atraviesa cada persona.


Por su parte, el meta-análisis de Ng y Feldman (2012) demuestra que las relaciones entre edad y actitudes laborales son mucho más complejas y menos directas de lo que sugieren los estereotipos populares. De hecho, los resultados muestran que asumir que los trabajadores más jóvenes o más mayores comparten automáticamente ciertas actitudes es una simplificación peligrosa.


En conjunto, estos estudios coinciden en una idea central: la edad cronológica y la pertenencia generacional no deberían ser la base para diseñar estrategias de gestión o capacitación. Comprender a las personas en su individualidad, su trayectoria y su contexto resulta mucho más efectivo que encasillarlas según el año en que nacieron.


La diversidad intra-generacional

Un aspecto frecuentemente ignorado en los análisis generacionales es la extraordinaria diversidad existente dentro de cada generación. Como señalan Becton et al. (2014), las diferencias entre individuos de una misma cohorte suelen ser significativamente mayores que las diferencias promedio entre generaciones.


Diversos factores, tales como el nivel educativo, la posición jerárquica, el sector profesional, la cultura organizacional y el contexto socioeconómico tienen un impacto mucho más determinante en las actitudes, preferencias y comportamientos laborales que la mera pertenencia generacional.


Mitos comunes vs. realidad: Una perspectiva basada en evidencia

Analicemos críticamente algunas de las caracterizaciones generacionales más comunes desde la perspectiva de la evidencia empírica: 


Mito 1: "Los Baby Boomers rechazan la tecnología"

La creencia común: Los trabajadores mayores se resisten al cambio tecnológico y prefieren métodos tradicionales. 


Contraargumento: Muchos Baby Boomers sí usan tecnología y su adopción crece constantemente. En la última década ha aumentado notablemente el número de adultos mayores que navegan en Internet y usan teléfonos inteligentes. Las estadísticas muestran que mientras en 2013 solo un 18% de las personas mayores tenía un smartphone, para 2017 esa cifra subió a más del 40%, hoy está cercana al 70%. También ha crecido su presencia en redes sociales. Aunque quizá adoptaron las herramientas digitales más tarde que los jóvenes, esto no significa que las rechacen. Cuando la tecnología les resulta útil, la aprenden y utilizan. Estudios revelan que muchos trabajadores mayores de 55 años se sienten cómodos con la tecnología, a veces tanto como sus colegas más jóvenes. En resumen, este mito generaliza excesivamente: los Boomers no odian la tecnología; al igual que otras generaciones, la adoptan cuando les aporta beneficios y valor.


Mito 2: "Los Millennials y Gen Z necesitan retroalimentación constante"

La creencia común: Las generaciones jóvenes requieren validación y retroalimentación inmediata y constante. 

Contraargumento: Las generaciones jóvenes aprecian recibir comentarios frecuentes sobre su trabajo, pero esto no significa que busquen elogios constantes. Millennials y Gen Z, acostumbrados a respuestas rápidas en su entorno, esperan no quedarse a oscuras sobre su desempeño laboral. Estudios muestran que la mayoría prefiere feedback regular en lugar de una única revisión anual, y muchos trabajadores de Gen Z valoran al menos una breve retroalimentación semanal. Este enfoque les permite saber si van por buen camino y hacer ajustes oportunos, pero esto también puede tener que ver con la etapa de carrera en donde naturalmente buscan más orientación que quienes ya tienen décadas de experiencia. Estudios confirman que cuando los supervisores ofrecen orientación frecuente, los empleados de todas las edades muestran mayor motivación y compromiso. En esencia, no buscan atención por capricho, sino comunicación clara y guía para su proceso desarrollo profesional. 


Mito 3: "La Generación Z solo aprende con contenido digital breve"

La creencia común: Los más jóvenes tienen menor capacidad de atención y solo se comprometen con microcontenidos. 


Contraargumento: Aunque la Gen Z consume contenidos cortos en internet, esto no limita su capacidad de aprendizaje. Estudios muestran que utilizan videos breves como punto de entrada, pero luego profundizan con contenidos más extensos sobre temas que les interesan. El crecimiento de BookTok y la popularidad de podcasts largos entre jóvenes demuestran su capacidad para consumir contenido extenso. En entornos educativos, prefieren métodos variados y aprendizaje activo, no solo formatos breves. Cuando un tema les apasiona, sean videojuegos, series o materias académicas, dedican horas de concentración profunda. La realidad es que su atención no es inherentemente más corta: cuando algo les interesa genuinamente, se comprometen con el aprendizaje en profundidad.


Mito 4: "Los Baby Boomers valoran la jerarquía y los Millennials la colaboración"

La creencia común: Las generaciones mayores respetan estructuras jerárquicas mientras las jóvenes prefieren entornos planos y colaborativos. 


Contraargumento: Las preferencias en el trabajo no dependen tanto de la generación como se cree. Tanto Boomers como Millennials valoran aspectos similares: jefes justos que compartan información con el equipo. Ningún grupo desea líderes autoritarios, pero tampoco esperan decisiones por consenso para todo. Estudios muestran que más de la mitad de los Millennials aceptan que sus líderes tomen decisiones importantes basándose en su experiencia. A su vez, muchos Boomers, a pesar de haber crecido en culturas corporativas más formales, también valoran la colaboración cuando es apropiada. Las verdaderas diferencias suelen derivar de la personalidad, cultura organizacional o etapa profesional, no del año de nacimiento. En el fondo, todas las generaciones comparten valores laborales fundamentales y solo difieren en cómo los priorizan, haciendo que las generalizaciones rígidas no se sostienen ante los datos reales.


En conclusión, los mitos generacionales simplifican en exceso comportamientos humanos complejos. La evidencia muestra que las diferencias entre generaciones son menores que las variaciones individuales, siendo factores como la etapa de vida, el contexto organizacional y la experiencia personal mucho más determinantes. 


Atribuir características rígidas a grupos generacionales perpetúa estereotipos y limita la colaboración intergeneracional. Una gestión eficaz de la diversidad requiere basarse en datos objetivos y reconocer la complejidad humana más allá de las etiquetas generacionales.


La trampa de los estereotipos generacionales

Más allá de su imprecisión científica y experiencial, los estereotipos generacionales pueden generar consecuencias negativas significativas:


Impacto organizacional

  • Segmentación artificial que promueve divisiones innecesarias

  • Subutilización del talento al limitar oportunidades basadas en suposiciones generacionales

  • Inversión ineficiente en programas formativos basados en premisas erróneas

  • Clima laboral divisivo que puede fomentar conflictos intergeneracionales


Impacto individual

  • Experiencias de prejuicio basadas en la edad (tanto para jóvenes como para mayores)

  • Limitación de oportunidades debido a suposiciones sobre capacidades

  • Profecías autocumplidas cuando las personas internalizan los estereotipos generacionales

  • Barreras artificiales para la colaboración y el aprendizaje mutuo


Reenfocando las estrategias: De generaciones a necesidades reales

Las estrategias de capacitación efectivas deben centrarse en necesidades individuales y organizacionales reales, no en suposiciones basadas en la edad. La evidencia orienta hacia enfoques más precisos y justos para el aprendizaje y el desarrollo profesional que parten de la persona y no de la edad. A continuación, presentamos algunas estrategias que van más allá de las diferencias generacionales y se enfocan en brindar diferentes alternativas a los individuos.


1. Diseño Universal del Aprendizaje (UDL)

Lejos de segmentar las estrategias por generaciones, la evidencia sugiere que cada individuo combina de manera única sus preferencias de aprendizaje. El Diseño Universal del Aprendizaje propone ofrecer múltiples formas de representación, expresión y participación para todos, no por edad sino por diversidad de estilos, capacidades y contextos. Así, se maximiza la accesibilidad y la inclusión en los procesos formativos, beneficiando a todos los participantes.


2. Mentoría bidireccional

Tradicionalmente se ha asumido que los mayores transmiten experiencia y los jóvenes, conocimiento tecnológico. Sin embargo, el conocimiento valioso existe y se desarolla en todas las edades. La mentoría bidireccional fomenta un aprendizaje genuino basado en habilidades complementarias, donde la experiencia, la innovación y la perspectiva fresca se reconocen independientemente de la generación, fortaleciendo la colaboración y el crecimiento mutuo.


3. Comunicación y retroalimentación multicanal

Aunque se ha dicho que cada generación tiene su canal favorito de comunicación, la evidencia indica que las preferencias están mucho más influenciadas por la experiencia, el contexto de uso y la accesibilidad. Ofrecer múltiples canales —presenciales, digitales, síncronos y asíncronos— permite que cada individuo elija según su situación, mejorando la comprensión, el compromiso y la efectividad de la comunicación en toda la organización.


4. Formación blended (Mixta)

No hay pruebas sólidas de que las generaciones mayores prefieran lo presencial y las jóvenes lo digital de manera rígida. Integrar modalidades presenciales y en línea en función del contenido y los objetivos de aprendizaje mejora los resultados. La clave está en ofrecer flexibilidad, permitiendo que cada persona participe de la manera que mejor se adapte a su estilo de vida, necesidades y objetivos profesionales.


5. Enfoque personalizado

Cada persona no solo tiene motivaciones y prioridades únicas, sino también diferentes niveles de conocimiento, comprensión y habilidad para aplicar lo aprendido en situaciones reales. Por esta razón, diseñar programas de capacitación personalizados que se adapten a las necesidades específicas, al nivel previo de entendimiento y a las competencias prácticas de cada participante resulta mucho más efectivo que utilizar un enfoque genérico basado en supuestos generacionales.


6. Microaprendizaje

El microaprendizaje ha ganado popularidad, pero su efectividad depende del contexto y del objetivo de aprendizaje, no de la edad de los usuarios. Usar contenidos breves estratégicamente en momentos críticos puede potenciar la retención y la aplicación inmediata del conocimiento, siempre y cuando se combine con experiencias más profundas cuando el tema lo requiera, evitando reducir todo el aprendizaje a fragmentos superficiales.


7. Formación por competencias

En lugar de fijarnos en títulos, edad o características personales, lo realmente importante es saber qué puede hacer cada persona en la práctica. Una capacitación basada en competencias permite definir claramente qué habilidades se necesitan, cómo medirlas de forma objetiva, y reconocerlas sin importar cómo se hayan adquirido. Este enfoque evita sesgos, asegura evaluaciones justas y transparentes, y premia el desempeño real sobre cualquier otro criterio.


8. Aprendizaje social y colaborativo

Aunque a menudo se afirma que los jóvenes prefieren el trabajo colaborativo y los mayores el individual, la preferencia por formas de aprendizaje social depende más de la personalidad, las experiencias previas y la cultura organizacional. Crear espacios de aprendizaje colaborativo que valoren diversas contribuciones fomenta el intercambio de conocimientos y fortalece la innovación en equipos intergeneracionales.


En resumen, la capacitación organizacional debe partir de la evaluación de necesidades reales individuales, utilizando diagnósticos objetivos que superen las etiquetas generacionales. Los programas deben diseñarse de forma inclusiva y flexible, aplicando principios de accesibilidad universal y permitiendo rutas de aprendizaje personalizadas. 

Además, construir una cultura auténtica de aprendizaje intergeneracional, que valore diversas experiencias y perspectivas, es clave para el crecimiento colectivo. Finalmente, las evaluaciones de desempeño deben centrarse en resultados objetivos y no en supuestos vinculados a la edad. Este enfoque no solo mejora la efectividad de la capacitación, sino que contribuye a organizaciones más justas, innovadoras y resilientes.


Conclusión: Hacia una capacitación verdaderamente inclusiva

La desmitificación de los estereotipos generacionales no niega que existan diferencias individuales ni que los contextos históricos y sociales influyan en nuestras experiencias. Lo que rechaza es la simplificación excesiva y la categorización rígida que limita el potencial de desarrollo de las personas.


Las organizaciones que trascienden las etiquetas generacionales para centrarse en necesidades, aspiraciones y potencialidades individuales están mejor posicionadas para:

  1. Aprovechar plenamente el talento diverso disponible.

  2. Crear entornos de aprendizaje verdaderamente inclusivos.

  3. Fomentar la colaboración intergeneracional auténtica.

  4. Implementar estrategias de capacitación más efectivas y eficientes.


El futuro de la capacitación multigeneracional en las organizaciones no está en diseñar programas para Millennials, Gen Z o Baby Boomers, sino en crear ecosistemas de aprendizaje flexibles, personalizables y basados en evidencia que permitan a cada individuo desarrollar su máximo potencial, independientemente de su edad o cohorte generacional.


Referencias

  • Becton, J. B., Walker, H. J., & Jones-Farmer, L. A. (2014). Generational differences in workplace behavior. Journal of Applied Social Psychology, 44(3), 175–189.

  • Costanza, D., & Finkelstein, L. (2015). Generationally based differences in the workplace: Is there a there there? Industrial and Organizational Psychology, 8(3), 308-323.

  • Fast Company. (2022). Millennials and Gen Z Feedback Preferences. https://www.fastcompany.com

  • Gallup. (2021). State of the Global Workplace. https://www.gallup.com

  • IBM Institute for Business Value. (2021). Myths, exaggerations, and uncomfortable truths: The real story behind Millennials in the workplace. https://www.networkworld.com

  • McKinsey & Company. (2023). The Gen Z Consumer in a Changing Digital World. https://www.mckinsey.com

  • Ng, T. W., & Feldman, D. C. (2012). Evaluating six common stereotypes about older workers with meta‐analytical data. Personnel Psychology, 65(4), 821-858.

  • Pew Research Center. (2022). Internet & Technology Research. https://www.pewresearch.org/internet/

  • Rudolph, C. W., & Zacher, H. (2017). Considering generations from a lifespan developmental perspective. Work, Aging and Retirement, 3(2), 113-129.

  • Stanford Center on Longevity. (s.f.). Research on Aging and Technology. https://longevity.stanford.edu

  • TechRepublic. (2020). Older workers more tech-savvy than perceived. https://www.techrepublic.com

  • The Learning Scientists. (2022). Debunking Myths About Learning Styles and Attention Spans. https://www.learningscientists.org

  • Wakefield Research. (s.f.). Generational Preferences and Workplace Feedback. https://efcnetwork.org

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